En Benilloba, es decir, casi en el fin --o en el comienzo-- del mundo encontré tu luz y cambió mi vida.
¿...y nuestro mandala?
...el tiempo se diluye en el tiempo
y en mi corazón una roca que crece
en suelo árido. No hay espejo donde mirarme
mi manos para nombrarte...
Solo y triste veo crecer los tomates
en nuestro huerto.
Triste y solo voy al río
y ya no estás.
Mi memoria enloquece...
...te veo bailando dentro de un círculo de fuego.
Siempre fuego purificando
lo que tocas.
Destruí el mandala
con mis patas de animal
que hiede, hiere...
...nuestro mandala que sabías recomponer
cada noche con la belleza milenaria
de tu frescura...
Sin palabras de perdón me arrastro...
...sin saberme vivo, muero
sin querer vivir, vivo
sin buscarte te encontré
y sin conocer el amor perdí tu forma de amar...
¿Quién eres en medio del espacio
del no-ser?
Rabia de mi comiéndose mi rabia...
Fuiste luna llena
sombre la montaña que en un sueño
me avisó del límite --exacto-- del universo...
Juré amarte
y un diablo comió mis promesas
un espíritu inmundo --como yo--
que no supo sumar ni multiplicar.
Lo mejor de tu amor fue olvidarme
así comenzó tu verdadera libertad
y entonces yo construí tu fantasma
con el que vivo cada noche...
arropándome en supersticiones
sangrando por las heridas que causé
sollozando como caníbal
que relame su propio cadáver.
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