Escribir debería ser para mí una rebeldía contra mi propio conformismo e hipocresía. Ser un perro. No creer en "la literatura". No negar al otro cuando me afirmo. Ser antidialéctico.
No vivir del resentimiento. Ni memoria gangrenosa ni predicciones de feria. Hacer el té y partir. Jaad--que no existe--regresa.
Es simple. A un mes de mis 47 años y a un año de mi muerte, dejo cierta propina. La propina que se me concede yo la comparto aquí. Es todo. No hay más. No hay menos. Tan simple como respirar.
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